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  • Foto del escritorNadia Camacho

Mi último día en la fundación

Actualizado: 24 sept 2018

Esta mañana fue mi último día en la fundación. Como de costumbre me levanté algunos minutos antes de las 8. Me cepillé, me bañé y bajé a desayunar. No recuerdo si el desayuno fue arroz y huevo o calentado, pero la mamá de Evelyn, Doña Magnolia, fue muy atenta como cada día y se sentó a acompañarme mientras me contaba que tenía unos asuntos que resolver en Cali y que estaría ausente por algunos días pero que nos veíamos la próxima semana para mi cumpleaños primero Dios. Di las gracias, me despedí y salí para la fundación. "Buenos días" saludé a las personas que esperaban el autobús. Varios buses pasaron pero algunos iban muy llenos y otros no eran los buses correctos. El bus finalmente llegó: "Exito", "Campanario"...Sí, este es. Pienso que voy a extrañar mucho esta rutina, levantarme antes de las 8 en lugar de las 9 como acostumbro en México, tener el desayuno listo y doña Magnolia que siempre me acompaña con sus charlas sobre la vida y sus preocupaciones, esperar la buseta y el señor de las gafas todo chocho que una vez me regañó porque le pregunté si sabía qué autobús me dejaba en Catay, sin decir "Buenos días" primeramente: "Discúlpeme, es que no soy de aquí", "No importa de dónde sea uno, uno siempre debe saludar." Creo que tiene razón. También extrañaré caminar por la avenida y luego doblar a la derecha otras cuatro cuadras para llegar a la fundación. Esa caminada de las mañanas siempre me daba tiempo para pensar y organizarme, y a veces hasta podía maquillarme en el camino.

Llegué a la fundación casi a las 9 en punto. "Hola chicos ¿Cómo están? ", "Nadia ¿Por qué tan tarde?", "Ay, ¡perdón! es que... El lunes sí ya llego temprano", "Ay, tan boba" (risillas). Caminé donde los niños, Lena ya estaba allí ayudándolos, como siempre más temparano que yo. Ellos dibujaban, coloreaban y escribían, pero no dejaban que viera sus dibujos ni lo que escribían: "No profe, no mire." Verde, blanco y rojo, dibujos de tacos y piñatas, ¿Será que me están escribiendo cartas de despedida?, pensé. Los niños pasaron un par de horas decorando las cartas que habían hecho. Cuando terminaron, yo les mostré el siguiente video:

Llamé también a doña Cristi para que viera el video con nosotros. Ella siempre estaba muy amable conmigo. Me contaba cosas de sus hijos y de los niños de la fundación "Santi, cuando llegó era un vegetal. Pero yo le enseñé a caminar y a ir al baño y ahorita ya puede hacer estas cosas solito." Las comidas de doña Cristi siempre eran deliciosas : Ajiaco, pollo con arroz, plátanos fritos, ensalada, jugo de lulo, etc. y los almuerzos con Dani y Andrés, los directores de la fundación, fueron de lo más chistosos. En ese momento lloré mucho y Daniela, una de las niñas, también lloró. Repetimos el video porque les gustó muchísimo y después de eso, la profe Dani los organizó para que me entregaran su carta y me dieran un abrazó. Yo me sentí agridulce. Habíamos compartido tantos momentos juntos que era imposible que no me sintiera triste, sin embargo también pensaba que ya estaba lista para volver a México y seguir mi camino. Sin duda, ha sido una maravillosa experiencia y yo aprendí mucho de la personalidad de cada niño, sus dificultades y fortalezas, y siempre voy a llevar cada gesto y cada una de sus caritas en mi memoria y corazón. Gracias por todo.

Lena tomó las fotos de cuando los niños me abrazaban.





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