top of page
Buscar
  • Foto del escritorNadia Camacho

Noche en Salento

Después de visitar el Valle de Cocora, regresamos a Salento para buscar algo de comer. El jeep nos dejó en el parque principal donde caminamos entre coloridos puestos de artesanías y otros productos locales. La gente de Salento es buenísima para convencer a los turistas de comprar sus productos y comer en sus restaurantes. Eso nos lo comprobó un colombiano que nos vio pasar con cara de perdidas cerca de su restaurante cuando buscábamos un lugar para almorzar. "¿Qué están buscando?" - nos gritó."Un lugar para almorzar" respondimos también gritando un poco. "Ah, miren. Yo conozco un lugar" y nos llevó al restaurante donde trabajaba: "La Gata Carola." ¡Qué delicioso! En serio , ¡qué buena comida y qué barato! nos dijimos entre Mirna, Lena y yo. Ahí es donde por primera vez comí los "patacones" que son plátanos aplanados fritos en aceite acompañados de una salsa salada de tomate. A Mirna le encantaron y por eso comió patacones para la cena también, cuando un hombre en el parque nos convenció de ir a un restaurante para cenar.

Regresamos al hostal donde nos recibieron con las sonrisas más amables del mundo. Juliana, la recepcionista del turno nocturno, resultó ser también la hija de los dueños del hostal. "¡Hola, chicas!¡Qué más! ¿Cómo les fue?" "Bien, muy bien. Conocimos a tu primo." "¿Mi primo? ¿Cuál primo?" "El de los caballos. Nos dijo que se llama Edward" "Yo no tengo ningún primo con ese nombre" le enseñamos una fotografía que nos habíamos tomado con él en el valle de Cocora,"Yo nunca he visto a este tipo" fue entonces que nos dimos cuenta que el guía del recorrido a caballo en Cocora nos había mentido descaradamente para conseguir nuestros números telefónicos y salir con nosotras esta noche. Todos nos reímos. Después de descansar un rato, bajamos de nuevo a la recepción para conversar con Juliana "Bueno, chicas ¿y de dónde son?" "Yo soy de México, Lena es de Alemania y Mirna es del Líbano" "Ah, mira ¡Qué chévere" Esa noche tomamos café, salimos a caminar y escuchamos la música en vivo del bar de enfrente que podíamos oír desde el hostal. Lena y Mirna se acostaron temprano pero yo me quedé hablando con Juliana y dos de sus amigos que me contaron historias de Salento, terremotos y erupciones volcánicas del pasado pero con peligro de repetirse en el presente o futuro. Esa noche me puse a rezar.

Las chicas y yo habíamos acordado despertarnos muy temprano en la mañana para ver el amanecer. Obviamente eso no sucedió, estábamos cansadísimas por el viaje y ninguna se despertó.

(continuará-...






21 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page