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  • Foto del escritorNadia Camacho

Sábado en la finca de Angie

Actualizado: 25 sept 2018


Sábado 22 de Septiembre

Lena me invitó a la finca de Angie, su host. Me dijo que debería estar en su casa a las 7:30 porque a esa hora pasaría alguien a recogernos. En la mañana, después de girar varias veces sobre la cama envuelta en las cobijas, me levanté 6:50. Llegué a casa de Angie más o menos a las 7:47. Yo estaba muy nerviosa porque pensé que no llegaría a tiempo pero olvidé que 7:30 en Colombiano significan las 8. "¡Hola! ¿Cómo están?" Saludé a Angie y a Lena, quienes estaban terminando de arreglarse. "¿Nos trajiste otra ropa?" me preguntó Angie. "No ¿por qué?", "Es que vas a estar muy incómoda porque vamos a caminar y a sudar mucho." me dijo al verme con jeans y una blusa blanca. Lena me prestó ropa deportiva, conversamos un poco y al poco tiempo llegó el señor por nosotras. El coche era muy viejo pero cumplía su función así que estuvo bien. En el camino dormimos un poco y Angie de malvada tomó una foto de mí cara con mi bocota abierta casi roncando. La quería matar.

Llegamos al pueblo y su hermano de Angie nos recibió con una sonrisa y mucha amabildad. Angie preparó el desayuno: huevos, pan y café. Delicioso. Afuera de la casa, había un árbol extraño que nadie había podido reconocer y que daba frutos como mangos pero sin semilla y con sabor a menta. Los comimos también. Después del desayuno caminamos la vereda por una o dos horas, no recuerdo bien. Una jauría de perros nos venía siguiendo. En el camino tomamos muchas fotografía y nos aventuramos a saltar el río saltando de piedra, Angie pensó que se iba a caer y casi llora. Karma.

En la finca, la madre de Angie, su hermano, su tío y otro señor estaban echándole una cosa a las vacas para que se les murieran las garrapatas. Para Lena y para mi eso fue un espectáculo nuevo "Lena ¿en Alemania las vacas son iguales?", "Pienso que son diferentes, como esa de allá" y señaló a una vaca blanca, "en Alemania hasta las vacas son blancas", reímos.

Yo estaba tan cansada que, con toda la pena del mundo, tomé la chamarra que Angie me había prestado y me acosté en una sombra aislada en una esquina del terreno. Dormí como 2 horas y me perdí la castración de los becerros. Ni modos.

Eran las 2 de la tarde y me levanté del pasto para unirme a Angie y Lena, quienes charlaban muy a gusto. Hablamos y reímos como por media hora, luego nos levantamos para caminar de regreso a la casa de Angie. "Todavía no ha terminado el trabajo" y caminamos a la otra parcela donde había más animales. Ahí, Lena y yo nos sentamos en el pasto y hablamos de cosas interesantes, algunas veces en inglés, otras en español y otras veces una mezcla de ambas. Después de un rato Angie, llegó con las llaves de la casa de su abuela donde hicimos limonada y comimos galletas y dulce de guayaba. Cuando caminábamos de regreso a la verdadera casa de Angie, subimos a una parte alta done pudimos ver más montañas y también la cima del volcán Puracé. Abajo, había un caballo con su lomo herido, Lena quien está fascinada por los caballos se intentó acercar pero el caballo siempre estuvo en posición de alerta. Yo aproveché y tomé algunas fotos de ella y el caballo porque la escena me pareció muy bella. Más tarde, llegamos a la casa y la mamá de Angie nos preparó arroz y un tamal de Pipián. Todo estuvo delicioso. Caminamos por el pueblito, vimos el atardecer y tomamos jugo. El mismo chofer que nos llevó a Poblazón nos recogió para llevarnos de regreso a Popayán. En el camino de regreso el hermanito de Angie me impresionó con su amplio conocimiento del léxico mexicano y yo aproveché para hacer unas cuantas correcciones.

Colombia, eres muy bonita.

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